El legado de Don Manuel

Cada vez que tengo la oportunidad de zambullirme por las páginas de los tomos y publicaciones que albergan las estanterías de EAJ-PNV en nuestra sede de Iruña, en la calle Zapatería, descubro y aprendo algo de D. Manuel de Irujo Ollo. Nos dejó, sin duda, un gran legado. El legado de esas personas que resultan señaladas como arquetipos de una generación. Personas que con su ejemplo y trayectoria trascienden a su tiempo. Para el nacionalismo vasco en Navarra este es el caso de Don Manuel de Irujo Ollo.

Una mentalidad progresista, europeísta y abertzale sin ambages como la que proyectó D. Manuel sirve de guía al trabajo político e institucional diario de las mujeres y hombres que tenemos el honor de pertenecer décadas después de su muerte, en pleno siglo XXI, a este partido que fue el suyo. Han pasado casi 130 años desde que naciera el popularmente conocido como ‘león navarro’, gran político y amante de nuestra cultura. Tenemos una inmensa deuda con él que intentamos saldar siguiendo su ejemplo. Un ejemplo para cualquier abertzale por la defensa de nuestras instituciones y de la democracia en un contexto de enorme riesgo para su propia vida, primero en casa y luego en el exilio.

En marzo de 2002, hace ya casi veinte años, estando recién afiliado a este partido como secretario de la Junta Municipal del partido en Altsasu, antes de incursión alguna en el ámbito de las instituciones públicas, recuerdo la celebración en el pabellón Anaitasuna de Iruña del 25 aniversario de la emblemática Asamblea de Iruña. Una Asamblea que fue celebrada en ese mismo emplazamiento el 25 de marzo de 1977 y que ha pasado a la historia porque representa la salida de EAJ-PNV del exilio y la vuelta a la actividad política e institucional después de la larga noche de la dictadura franquista. Unos días en los que D. Manuel volvía del exilio al aeropuerto de Noáin regresando a Navarra, su tierra, y pronunció tras bajarse del avión la mítica frase de “40 años de exilio os contemplan”. Al poco resultaría elegido senador por Navarra merced al Pacto Autonómico entre el PNV, PSOE y ESEI.

En diciembre de 2019, siendo el que esto escribe Presidente del NBB de EAJ-PNV de Navarra después de casi veinte años de compromiso con este partido y de ocupar diversas responsabilidades orgánicas e institucionales públicas en el ámbito local como concejal y alcalde en las coaliciones Nafarroa Bai y Geroa Bai así como en el ámbito de la Comunidad Foral, me tocó albergar en calidad de Presidente del Parlamento de Navarra la celebración de los 40 años de historia de esta institución democrática. Y en aquella primera Cámara Foral tras la dictadura fue elegido parlamentario foral de Navarra (PNV) en 1979 D. Manuel de Irujo. Una presencia que como atestiguan imágenes de la época que presidieron el atrio en aquellos días rezumaba experiencia y autoridad. Respeto. El broche de una dilatada trayectoria política en un mar de jóvenes advenedizos a la política foral.

En mi caso, como en el de muchas compañeras y compañeros de militancia y compromiso político en EAJ-PNV, D. Manuel y su ejemplo nos han acompañado siempre. Hay muchas facetas por las que admirar a D. Manuel y tenerlo como referente o precursor de las políticas que hoy se llaman progresistas o avanzadas. Como ejemplo, en la vida orgánica del partido nada menos que en 1933 formó parte como ponente de la Asamblea Nacional de Tolosa en pleno periodo republicano y ya entonces consagró la plenitud de derechos para mujeres militantes.

Y en el ámbito institucional queda acreditada la enorme sensibilidad demostrada por este destacado miembro de EAJ-PNV por las cuestiones sociales durante toda su vida desde su actividad en su cuna, Estella-Lizarra, hasta cuando le tocó salvar vidas en el Madrid de preguerra, cuando era Ministro de Justicia en el Gobierno de la República. Manifestó siempre su preocupación por el problema de los comunales baldíos y los latifundios navarros llegando a proponer una reforma agraria mediante adquisición de la tierra por los renteros, cosa que no consiguió llevar a efecto debido a la oposición de los terratenientes. A su iniciativa y al apoyo de la Sociedad de Estudios Vascos se debió también la creación en 1921 de la Caja de Ahorros de Navarra que, lamentablemente, vimos desaparecer en la última etapa del régimen de UPN, en la primera década de este siglo.

Irujo sufrió la dictadura de Primo de Rivera y de Franco. Al sobrevenir la primera fue anulada su acta como diputado foral de Navarra en 1923, dando con sus huesos en la cárcel. En 1930, tras la dimisión del Dictador, volvería a incorporarse a la Corporación provincial de Navarra en la que permanecería casi un año. Tres años más tarde, en las elecciones parlamentarias del 19 de noviembre de 1933 salió elegido diputado por Gipuzkoa. Tras su importante papel en la época republicana, al tenerse noticia en Donostia del alzamiento militar de julio de 1936, Irujo, en compañía del también diputado nacionalista Lasarte, se personó en el Gobierno civil entregando una nota en la que, en nombre de la minoría parlamentaria que representaban, se invitaba a las fuerzas armadas y a los ciudadanos a asistir “al poder legal legítimo, oponiéndose al movimiento militar faccioso”.

Ese fue el inicio de un paso duro, obligado y difícil en su vida, la marcha al exilio. Un exilio que le llevó a París a Londres… a distintas ciudades europeas, y también a Latinoamérica. El exilio mostró la cara más europeísta de Don Manuel. En las peores circunstancias, fuera de casa, supo poner los cimientos para construir un proyecto federalista europeo. Un adelantado a su tiempo. Un visionario de la Europa que vendría tras la II Guerra Mundial. Irujo se dedicó en cuerpo y alma al Movimiento Europeo, llegando a ocupar la Presidencia del Consejo Federal Español, en sustitución de Salvador de Madariaga. Al conformarse el Consejo Vasco por la Federación Europea, el organismo más importante en el ámbito europeísta y origen del contemporáneo Consejo del Movimiento Europeo, Eurobask, estuvo presente en la reunión que se celebró el 1 de febrero de 1951 en París. Desde entonces, y hasta su muerte, fue miembro activo de su Junta Directiva. Irujo concibió, con una indudable visión de futuro, una Europa federal como una estructura de «coexistencias de soberanías, en cuya formulación jurídica estén garantizadas las que correspondan a la Federación Continental y a las diversas naciones que integran Europa«, añadiendo que «la nación es lo que prevalece» y que «el Estado es una simple formación jurídica y política«. Por su labor en la construcción europea, en 1972 fue nombrado Presidente de Honor del Consejo Federal Peninsular del Movimiento Europeo (CFEME) hasta 1976. Fue proclamado ‘Amigo de Europa’.

Facetas de D. Manuel que admirar y seguir. Su personalidad marca una profunda huella en la política de EAJ-PNV y crea en Navarra lo que se ha dado en llamar el irujismo, una forma de ser nacionalista vasco en esta tierra.

Unai Hualde Iglesias, Presidente del Parlamento de Navarra y del NBB de EAJ-PNV.

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