Koldo Martínez Urionabarrenetxea: «el Gobierno del Cambio todavía tiene una asignatura pendiente: constituirnos en el gobierno de todos los navarros, camino de lo cual estamos»

Hace unas semanas, miembros de Geroa Bai Argentina tuvimos la oportunidad de reunirnos con Koldo Martínez Urionabarrenetxea, portavoz de Geroa Bai en el Parlamento de Navarra. Compartimos con nuestros lectores la entrevista realizada en el marco de aquel fructífero encuentro.

Egun on Koldo, gracias por recibirme. En primer lugar quería preguntarte, habiendo desarrollado tu profesión en el mundo de la medicina y especialmente en el campo de la bioética, si siempre habías tenido inquietud por la política o si por lo contrario decidiste interesarte en la actividad partidaria con posterioridad.

Me gustaría empezar diciendo que en euskera no tienes nada de acento y sin embargo cuando hablas  castellano hablas un argentino maravilloso… Quiero que eso conste en la entrevista (risas). Mira, yo tengo 64 años, nací en 1953, exactamente el mismo día que José María Aznar (risas). En mi familia siempre se hablaba mucho de una carta que había escrito mi abuelo -el padre de mi madre, José Antonio Urionabarrenetxea- el día anterior a que lo fusilaran. En casa se hablaba siempre de esa carta y del abuelo, asesinado por los franquistas junto con el párroco del pueblo, tres curas y la abuela de un amigo íntimo que estaba embarazada de 9 meses.

A los diez años de edad encontré la carta y la leí a escondidas. Seguramente, hoy soy lo que soy en gran parte por la lectura de aquel documento. Se trata del último mensaje de una persona que sabe que va a ser fusilada al día siguiente, que pide perdón a la gente a la que ha podido hacer mal, da las gracias a la gente que le ha ayudado, y pide a su mujer que rece por él; pero, sobre todo, les pide que no tengan odio ni rencor. Desde entonces tuve muy claras varias cosas: Una, que nadie tenía derecho a quitar la vida a nadie, porque siempre se corría el riesgo de equivocarse y efectivamente matar a gente que no tenía por qué morir. Y dos, un agudo sentimiento de la necesidad de evitar el odio, de evitar el rechazo y el rencor de las demás personas.

Desde la lectura de aquella carta, entonces, tengo claro que la libertad es algo fundamental y que las personas debemos gozar del derecho a opinar libremente, a pensar lo que pensemos y a vivir como queramos. Y ese descubrimiento, a los 10-11 años, ha influido en todas mis decisiones, incluso en la militancia política. Militancia que inicié con 18 años, en una organización ilegal –como lo eran todas en aquellos años-. Pero además, esa misma preocupación por el sufrimiento humano fue lo que me hizo hacerme médico. Bueno, eso y un programa de televisión, el doctor Gannon, que era un médico fantástico que no hacía más que el bien (risas). En definitiva, mi interés por la política y mi interés por la medicina han ido muy unidos, casi complementarios.

Usted fue en su momento candidato al Senado por Nafarroa Bai, y vivió todo el proceso de articulación de una alternativa política capaz de arribar al Gobierno de Navarra. ¿Cuál fue el factor clave para que se de ese cambio, tanto en la sociedad navarra como entre sus actores políticos?

A mi entender, durante los cuarenta años posteriores al franquismo las élites navarras se han valido exitosamente de la pluralidad identitaria navarra para dividir a nuestra sociedad en sectores. Agitando el tema de la identidad, y alertando “que vienen los vascos” los partidos del Régimen lograron asustar a gran parte de la ciudadanía navarra y configurar un sistema político de tres sectores. El primero lo constituye la derecha conservadora y católico-foral en el peor sentido de esa palabra; derecha que se origina antes del franquismo, triunfa con el golpe de Estado y se consolida como régimen con la vuelta a la democracia, con plaza y mando en Navarra. Esas élites contaron con la colaboración del segundo sector, el Partido Socialista, como lamento muchísimo decir. Pues, mientras que en el Estado Español se produce un interesante cambio cuando el PSOE llega al poder, en las estructuras, las formas y los fines de gobernar, en Navarra ese cambio no se produce; por lo contrario, en nuestra comunidad durante años el PSN ha seguido los dictados de las élites. Y el tercer sector, la tercera porción del queso éramos todos los demás; partidos nacionalistas, partidos nacionalistas moderados, partidos progresistas, partidos de izquierda… éramos el tercer sector, el sector que no hemos existido, que no hemos sido en cuarenta años de democracia. Y ese tercer sector del queso estábamos hartos de conseguir X cantidad de votos cada uno por nuestro lado y pensar al día siguiente “jo, esto tiene que cambiar, tenemos que pensar formas de avanzar y de cambiar y de hacernos presentes”.

Afortunadamente, llegó un día en que la sociedad navarra optó por decir: “basta ya de ir separados, basta ya de diferencias, vamos a intentar el máximo resultado posible y unirnos”. Yo creo, entonces, que el cambio responde por un lado al hastío de la sociedad navarra que veía que, votación tras votación, sacábamos votos pero no servían para nada. Asimismo, se relaciona con la necesidad de los ciudadanos navarros de ver cambios auténticos y reales en las instituciones; así como en las políticas que desde esas instituciones se impulsaran. Y un tercer factor -y lo voy a decir como lo pienso- es que las organizaciones políticas vimos que si esta vez, en que el PSOE en Navarra no era necesario, las demás organizaciones políticas no nos uníamos, nuestros votantes nos podían correr a hostias con toda la razón y motivo. En definitiva, creo que intervienen fundamentalmente esos tres aspectos: el hastío de la sociedad, la necesidad de los ciudadanos de un cambio institucional y la consciencia por parte de las organizaciones políticas del momento histórico que se vivía.

Por supuesto, esto nos obligó a grandes esfuerzos a todos. Yo me acuerdo que después del primer día de negociaciones de lo que después sería el acuerdo cuatripartito, le comenté a Uxue Barkos que esto no había quién lo arreglara. Y Uxue, con esa clarividencia q tiene, me dijo “Koldo, tranquilo, esto no ha hecho más que empezar”. Y efectivamente, seguimos adelante con una negociación difícil, dura, pero en la que todos veíamos la necesidad de llegar a un acuerdo. Y finalmente hemos sido capaces de unirnos y construir el Gobierno del Cambio, que yo creo que todavía tiene una asignatura pendiente: la de dejar de ser el Gobierno del Cambio para constituirse en el gobierno de todos los navarros, camino de lo cual estamos o vamos avanzando.

Han pasado prácticamente dos años de gestión, y de acuerdo con las encuestas y sondeos el Gobierno del Cambio no ha perdido el apoyo de sus votantes. ¿Cuáles son tus sensaciones, cuando vas por la calle o conversas con los navarros, acerca de lo que opina la ciudadanía sobre este gobierno? ¿Cómo ves el futuro?

A mí, personalmente, como creo que le sucede a casi todas las personas que votaron por el cambio en el año 2015, me gustaría que el cambio fuera más rápido y más profundo. Pero esto es algo que lo piensas cuando estás fuera de las instituciones. Cuando llegas a las instituciones te das cuenta de que efectivamente, aunque se están produciendo cambios impresionantes, cada uno de esos cambios requiere un esfuerzo ímprobo, de titanes.

Koldo Martínez Urionabarrenetxea, portavoz de Geroa Bai, junto con Alejo Conti, realizador de la entrevista.

En la calle, observo que la gente está percibiendo la realidad del cambio, que se han cambiado muchísimas cosas, pero que quedan otras muchas por cambiar. Cuando se hicieron encuestas como el Barómetro de Opinión del Parlamento, todavía la gente estaba pensando que el cambio iba a ser de la noche a la mañana, un cambio radical. Y en este momento, la sociedad navarra es más consciente de que todos los cambios cuestan mucho, que las cosas importantes hay que hacerlas despacio, y de manera integradora. Y esta idea está calando cada vez más en la sociedad. Evidentemente, cuando te enfadas con algo piensas que esto no avanza, pero los cambios han sido palpables. Hemos hecho una reforma fiscal, que para algunos es pequeña y para otros excesiva; hemos aprobado presupuestos dos años seguidos, luego de no hubiera en 4 años; presupuestos que poseen además un marcadísimo carácter social; hemos aprobado la renta básica; hemos aprobado una ley de vivienda que es puntera en el estado; hemos aprobado un decreto de salud sexual y reproductiva  en un campo en que UPN nos había mantenido en las cavernas. Se están dando pasos muy importantes de la única forma en que los cambios importantes se dan: despacio, reflexionando bien, llegando a consensos, con participación de la sociedad. Y eso, la gente lo nota.

¿Qué va a pasar en el futuro? Pues yo espero que en las siguientes elecciones, dentro de dos años, la sociedad navarra sea consciente de todo lo que se está haciendo, de todo lo que cuesta el más mínimo cambio, y que tengamos un gobierno como el que tenemos -basado en el acuerdo programático de cuatro fuerzas- por lo menos por otros cuatro años.

Para cerrar esta entrevista, voy a llevarte a la temática del euskara, en tu carácter de ex-presidente de Euskara Kultur Elkargoa. Se ha creado cierta polémica en referencia a la extensión del euskara tanto al ámbito educativo como al de la administración pública, decisión atacada por diversas fuerzas de la oposición. No obstante, al mismo tiempo las encuestas sociolingüísticas reflejan un crecimiento en el número de hablantes de la lengua, especialmente entre los jóvenes. ¿Cuál es el desafío que enfrenta el euskara en Navarra?

Para nosotros, el objetivo es normalizar el euskera en toda la Comunidad. ¿Y qué quiere decir normalizar? Implica adecuar el conocimiento y la utilización del euskera a la realidad social de prácticamente cada localidad, de cada municipio en Navarra. Y esa es nuestra apuesta fundamental.

¿Qué está pasando? Que cuando decimos esto con claridad, desde las fuerzas de la derecha y también desde el PSN -que es lo más terrible- nos están achacando un deseo de imponer el euskera. En respuesta a esto, desde Geroa Bai queremos decirlo alto y claro: nosotros no queremos imponer el euskera a nadie. Solamente querríamos, con concepto democrático, «imponer» el euskera únicamente a quién quiere que le sea impuesto. Con total libertad y con total voluntariedad, vamos a apoyar el uso y el conocimiento del euskera allí dónde la ciudadanía navarra lo requiera.

La Ley Foral del Vascuence divide Navarra en tres zonas. Por ejemplo, incluso en la zona vascófona era casi imposible estudiar en euskera. Lo que hemos hecho, en todo caso, ha sido ampliar el derecho de las personas a estudiar en el modelo que deseen, en cualquiera de las zonas de Navarra; decisión que ha generado una política de rechazo impresionante por parte de la oposición. Es cierto es que en la zona vascófona no han sido muchas las personas que han recurrido a hacer realidad este derecho, pero nosotros hemos lo hemos ofertado, no impuesto. Y si la ciudadanía no ha querido, o no ha querido en la medida en que nos hubiese gustado, nosotros eso lo respetamos totalmente. Por lo tanto, ninguna imposición, únicamente ampliar el derecho a estudiar en euskera a toda la comunidad navarra.

Y por otro lado, se ha puesto en debate el decreto de uso de las lenguas en la administración pública. Este decreto pretende valorar -tal y como viene recogido en la Ley Foral del Vascuence de 1986- el conocimiento y uso del euskera en aquellas personas que trabajen en la administración pública o que deseen ingresar a ella. Respetando la zonificación que dicha ley impone en Navarra -porque eso sí que fue imposición, democrática pero imposición- hemos puesto una distinta valoración del conocimiento del euskera para el servicio público en la zona vascófona, en la zona mixta y en la zona no vascófona. Desde la oposición y sus medios afines se dice que imponemos el euskera, que si no hablas euskera no vas a entrar a trabajar nunca en la administración pública, y que aquellos trabajadores de la administración pública que no hablen euskera serán echados de sus puestos de trabajo en dos años. Pero permítanme ser especialmente claro una vez más: a nadie se le va a echar de sus puestos de trabajo. En el caso de aquellas personas que, de acuerdo con las organizaciones sindicales, ocupen puestos que deberían ser bilingües, se les ofertará la posibilidad de estudiar euskera, y si no quisieran hacerlo se le respetará en su puesto de trabajo.

Resulta un poco curioso que, en este momento, quienes entendían que el conocimiento del inglés o del francés pudiera hacer que una persona entrara o no entrara en un puesto de la administración, y lo consideraran perfectamente normal -aunque fuera para trabajar en una oficina en Tudela-, se pongan de uñas porque en estos momentos vayamos a dar al euskera esa misma valoración que hasta ahora los gobiernos de UPN estaban dando a idiomas extranjeros -importantísimos también- como el inglés, el francés o el alemán. Pero lamentablemente, a veces la falsedad opera en el terreno de la política.

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